-John.-empecé a decir mirándolo a
los ojos. Podía notar cómo me temblaba la voz y apenas era consciente de lo que
decía de tan nerviosa como estaba: había llegado el momento de las
revelaciones, el momento de decir la verdad.-Verás, cariño, yo… Cuando te he
dicho eso de que a lo mejor no soy la persona que crees que soy me refería a
que no sabes todo sobre mí.
-¿Qué estás intentando decirme
con eso?
Lo miré a los ojos y suspiré
antes de contestar.
-Quiero decir que te he ocultado
algo muy importante. Verás, tú no sabes cómo llegué hasta aquí ni tampoco sabes
de dónde vengo.
-¿Cómo que no sé de dónde
vienes?-se extrañó él.-Explícate, Bri. ¿Acaso no vienes de España?
-Sí, claro que vengo de allí. No
es eso…
-¿Y entonces? ¿Huiste de allí por
alguna cosa?
-No.-me apresuré a contestar
mirándolo a los ojos. No pude evitar sonreír amargamente al imaginarme las
cosas que estarían pasando por su inquieta mente en aquellos momentos.-No hui
de nada. Bueno, sí, vine aquí huyendo de la falta de empleo, pero eso ya lo
sabes.
-Pues no entiendo qué es lo que
me estás queriendo decir, Bri.-dijo él confuso.
-Es muy fácil, John. Es muy fácil
aunque parezca de locos.-dije antes de inspirar profundamente.-Lo que intento
decirte es que yo no debería estar aquí ahora. Debería estar aquí en Londres,
sí, pero no en estos momentos.
La mirada de estupefacción que me
dedicó John, quien obviamente no entendía nada de todo aquello, me hizo ver que
si no le hablaba claro jamás podría saber a qué me refería. Pero, no obstante,
no tenía ni la más remota idea de cómo debía decirle aquello.
-John…-suspiré mirándolo a los
ojos mortalmente seria. Tal vez eso ayudara a darle credibilidad a mi
historia.-¿Sabes la fecha de mi nacimiento?
Él se quedó mirándome aún más
extrañado que antes aunque, no obstante, respondió.
-Claro. El 9 de abril de 1941.
-Te equivocas.
-¿Cómo? Bri, sé que tu cumpleaños
es el 9 de abril y que tienes un año menos que yo, así que…
-Mi cumpleaños es el 9 de abril,
sí.-le di la razón.-Pero… No nací en 1941 aunque efectivamente ahora tenga 26
años. Escúchame bien, John: nací el 9 de abril, pero de 1987.
Un silencio sepulcral se hizo
entre los dos cuando solté aquel bombazo. Miré a John. Estaba exactamente en la
misma postura que antes, sin reaccionar. Se mantuvo así durante unos segundos
y, después, negó lentamente con la cabeza.
-Cariño…-rompió el silencio con
un hilillo de voz.-¿Estás… estás bien?
Solté un bufido exasperada.
Obviamente no esperaba que reaccionara como si tal cosa, pero tampoco me
gustaba que me preguntara aquello, como si de repente se me hubieran cruzado
los cables.
-Por supuesto que estoy bien.-le
contesté intentando no sonar airada.-Es cierto, John. No soy de esta época. No
sé cómo acabé aquí, lo único que sé es que pillé un avión para Londres en el
2013 y acabé aterrizando en 1967.
John me dedicó una mirada con los
ojos muy abiertos y, de repente, estalló en una sonora carcajada.
-Vale, Bri, está bien. Ahora lo
entiendo todo.-rió.-Esto es una bromita de las tuyas, ¿verdad?
-No.-dije seria como pocas veces
lo había estado ante él.-No es una broma, John. Lo que te estoy diciendo es la
pura verdad.
John empezó a reír nuevamente.
Aquello me exasperó tanto que tuve que hacer un verdadero esfuerzo para no
ponerme a llorar allí mismo de pura desesperación. Estaba claro que no se
estaba creyendo ni una palabra de lo que le estaba diciendo.
-Ya, Bri…-me dijo
divertido.-¿Entonces eres una chica del futuro? Pues ya que vienes de tan lejos
tal vez me podrías aclarar unas dudas… Este sábado juegan los dos equipos de
Liverpool contra los dos de Manchester. Los scouser saldremos bien parados,
¿no?
-¿Quieres hacer el favor de no decir
tonterías?-pregunté a la desesperada. Aquello hizo que él cambiara su expresión
divertida por otra seria.-¡No estoy bromeando! ¡Es verdad!
-Bri… ¿te has metido algo?
Aquella pregunta me enfureció aún
más de lo que estaba, así que le dediqué una mirada de profunda ira.
-No. No me he metido nada.-dije
con determinación.-No te miento. Créeme.
-¿Creerte?-preguntó soltando una
risita incrédula.-Bri, eso que estás contando es imposible. Imposible, ¿me
entiendes? ¿Cómo quieres que te crea? Mira, si esto es una broma, te aseguro
que ya…
-¿Cuántas veces te tengo que
decir que no es ninguna broma?-casi exclamé yo.-John, es cierto, sólo quiero
que sepas la verdad sobre mí.
-Venga ya, Bri, para con esto de
una vez.-dijo empezando a enfadarse.
Lo miré bien. Sabía que de un
momento a otro iba a ponerse furioso de verdad en uno de sus arrebatos de mal
humor.
-Puedo demostrártelo si eso es lo
que quieres.-dije más calmada con un hilillo de voz. Lo último que quería en
aquellos momentos era enfurecerle. Y es que, cuando John se enfadaba no era
capaz de atender a razones y, entonces, si que tendría la batalla completamente
perdida.
-¿Y qué vas a hacer para
demostrármelo? ¿Decirme lo que va a pasar?-preguntó escéptico.
-Por ejemplo.-contesté.
-Vamos, sorpréndeme.-dijo
apoyando su espalda en el respaldo de la silla en una actitud prepotente que a
mí me puso de los nervios.-¿Qué va a pasar con… yo qué sé… Vietnam?
-Los estadounidenses sufrirán una
derrota vergonzosa, ¿contento?
-¿Cuándo?
-Principios de los 70. 72 ó 73,
no me acuerdo muy bien.
-¿Y tengo que esperarme cinco o
seis años para comprobarlo?-preguntó con ironía.-¿Va a pasar algo pronto?
-No soy ninguna enciclopedia,
John.-le contesté enfadada.-No sé qué mierdas ha pasado durante todos los días
de la historia a excepción de los hechos conocidos.
-Ya… Claro. ¿Y cómo me lo vas a
demostrar? Por cierto… ¿seguimos siendo famosos en el siglo XXI?
-Tú deberías creerme.-mascullé.-Y
por lo que preguntas, la respuesta es sí. Seguiréis siendo famosos en el siglo
XXI, y mucho.
-Bri… te he dicho que pares con
la bromita ya, ¿vale? Esto ya ha dejado de tener gracia hace un buen rato.
-Y yo te he dicho que esto no es
ninguna broma.-le dije enfadada.
-Vale, bien.-sonrió él sarcástico
inclinándose hacia mí de nuevo.-¿Sabes? Ayer escribí una canción, la escribí de
tirón y tengo la sensación de que es buena y que puede pegar fuerte. Nadie sabe
de ella. De hecho, iba a mostrártela hoy mismo a ti, que ibas a ser la primera
en escucharla. Me dices que seguiremos siendo famosos en tu época, ¿no? Pues si
es así, tal vez tú podrías decirme qué canción es ésa.
Tragué saliva, asustada. Yo jamás
había sido una fan acérrima de The Beatles y no sabía apenas nada de ellos.
-¿Cómo quieres que sepa qué
canción escribiste justo ayer? Has escrito decenas.
-Hagamos una cosa: te diré un
fragmento y tú me dices si te suena de algo.-dijo él sonriendo de manera
burlona: era evidente que se estaba tomando aquello como un juego. Entonces,
antes de que yo pudiera ni siquiera replicarle nada, empezó a canturrear:- Pools of sorrow, waves of joy, are drifting
to my open mind, possessing and caressing me…
Cuando lo escuché, sentí como una
especie de descarga eléctrica de pura emoción me recorría la espalda. Conocía
aquella canción; y tanto que la conocía. John tenía razón: iba a pegar tan
fuerte que hasta alguien como yo, muchos años después, iba a ser capaz de
identificarla sin ningún problema. No pude evitar sonreír antes de murmurar:
-Jai guru
deva om. Nothing’s gonna change my world, nothing’s gonna change my world…-acabé
de canturrear yo.- Pegará fuerte, John, Across the Universe será una de vuestras canciones más conocidas.
Miré como John se quedaba
literalmente con la boca abierta por la impresión. Ya no había ni rastro de su sonrisilla
sarcástica y me miraba completamente alucinado, pálido como nunca antes lo
había visto.
-Joder… Es cierto…-susurró él.-¿Qué… qué quieres de mí?
-Nada.-me apresuré a contestar.-John, no quiero nada de ti.
De hecho ni siquiera sé muy bien cómo he llegado hasta aquí, pero aquí me
tienes… Después te conocí y el resto de la historia ya lo sabes.
-¿Seguro que no…?-preguntó asustado.
-Cariño, mírame: soy yo, soy la misma Bri que hasta hace nada
ha estado aquí contigo. –intenté tranquilizarlo.-Soy la misma Bri que te quiere
más que a nada en el mundo. Por supuesto que no quiero nada de ti más que estar
a tu lado.
Me miró durante unos instantes y después negó con la cabeza.
A continuación, me dedicó una sonrisa, más tranquilo.
-Joder… Esto es de locos, pero te creo.-sonrió él.-Y tanto
que te creo… Esto es alucinante. Y ahora… Cuéntame cómo coño fue todo.
Y entonces, empecé a narrarle mi historia desde el principio,
desde que había subido a aquel avión y me había bajado en uno distinto, en una
época también distinta a la mía. Le conté también la extraña aparición de los
vigilantes y todo lo que me habían contado, sin omitir ningún detalle. Y
mientras, John escuchaba atento, sin perder detalle, absorto, alucinado y
emocionado casi a partes iguales. Ahora sí que sabía todo sobre mí y aquello,
sin lugar a dudas, me hacía sentir enormemente bien.
Across the
Universe me acababa de
salvar la vida.
******************************************
Jueves,
9 de abril de 1987
Londres
Entré, junto con Julie, en el comedor otra
vez. Ya llevábamos fuera bastante rato y debíamos volver con los demás. Y es
que, aunque tuviera unas inmensas ganas de evadirme de todo y de todos, era
plenamente consciente de que no podía desaparecerme como si tal cosa: nadie de
los que estaban allí dentro, ni mi familia ni mis amigos, merecían eso.
Lo que más me llamó la atención cuando
entramos mi hija y yo fue el inmenso silencio que reinaba allí. Era curioso: la
estancia estaba llena de gente y, sin embargo, nadie osaba a decir ni una
mísera palabra. Cuando notaron nuestra presencia, todos se volvieron hacia
nosotras. Tanto Julie como yo nos limitamos a lanzarles una media sonrisa,
forzada, por supuesto, a modo de saludo antes de sentarnos de nuevo en los
mismos lugares que habíamos estado ocupando hasta que habíamos salido al porche
a tomar el aire.
-¿Cómo estás?-murmuró John cuando me senté
a su lado.
-Bien.-mentí yo casi en un susurro.
Él me lanzó una mirada penetrante. Era
obvio que ese “bien” era una de las
mentiras más burdas y evidentes que había soltado en toda mi vida. No obstante,
John no dijo nada; simplemente se dedicó a soltar un suspiro por lo bajo, entre
la resignación y la tristeza.
El silencio más absoluto volvió a apoderarse
de la estancia y todos quedaron pensativos, quietos. Sólo Matt, que estaba
sentado justo a mi lado inclinó su cabeza contra mi pecho y se apoyó en mí,
buscando mi contacto. Haciendo un colosal esfuerzo por contener mis lágrimas,
esbocé una media sonrisa y empecé a acariciarle lentamente el pelo a mi hijo
pequeño.
-Qué escena más tierna…-murmuró Greg en un
tonillo sarcástico que hizo que todos nos lo quedáramos mirando.-Lástima que en
un rato ya no…
Antes incluso de que pudiera terminar de
pronunciar la frase y de que nadie de los que estábamos allí reaccionáramos,
Alex saltó de su silla hecho una fiera y se plantó justo delante del vigilante.
Sus ojos chispeaban de pura rabia: jamás había visto a mi hijo tan furioso en
toda su vida.
-¡¿Dentro de un rato qué, cabrón?!-siseó.
Greg se lo quedó mirando con una extraña
mezcla de sorpresa y miedo. No obstante, pronto recobró su petulante sonrisilla
de psicótico.
-¿Hace falta que te vuelva a repetir lo que
ocurrirá dentro de un rato, muchacho?-preguntó desafiante.
Alex soltó un bufido de pura rabia.
-Vuelve a decir una palabra más y te mato
aquí mismo.-dijo al fin casi escupiéndole las palabras en la cara.
-Otro ignorante, como su padre…-rió Greg.
John hizo ademán de levantarse de su sitio
para intervenir en aquella discusión. No obstante, lo evité en el último
momento agarrándole fuertemente del brazo: no quería presenciar de nuevo una
pelea en mi casa, no en esos momentos. Él me lanzó una mirada, interrogante.
-Ya está bien.-dije con
determinación.-Dejadlo estar. Todos.
Alex se volvió hacia mí, confuso.
-Pero mamá… Este inútil ha…
-Alex, cariño, siéntate, por favor-suspiré.-Hazlo
por mí.
No obstante, mi hijo no obedeció; simplemente
se me quedó mirando como si no entendiera por qué le estaba pidiendo aquello
sin moverse ni un ápice del sitio en donde estaba.
-Vamos, Al, tío.-murmuró Ayrton poniéndose
en pie y dirigiéndose hacia él. Era la primera vez que uno de los hijos de
Ringo y Anna abría la boca desde que Greg había llegado a casa.-Será mejor que
te sientes.
Alex obedeció a la petición de su amigo,
aunque no dejó de mirarme ni un solo segundo.
-Sólo espero que esté imbécil no vuelva a
abrir la boca en toda la noche.-refunfuñó entre dientes cuando se sentó
lanzándole una mirada de reojo a Greg.
Iba a volverle a insistir en que se tranquilizara
cuando, de repente, noté un inmenso dolor en la sien y en el pecho. Era una
punzada aguda, como si alguien me estuviera acuchillando desde dentro, una punzada
tan fuerte que impedía que el aire pudiera llegar a mis pulmones con
normalidad. No fui capaz de reprimir un grito ahogado antes de dejarme caer
sobre el respaldo del sofá, aturdida, sin poder respirar apenas.
-¡Bri!-gritó John a mi lado mientras se
abalanzaba sobre mí.-¡¿Qué te pasa?!
No pude contestar: la falta de oxígeno y el
intenso dolor me impedían hacerlo. Lo único que pude hacer fue lanzarle una
mirada, asustada.
Justo en ese momento, el teléfono de casa
sonó. Aún pude distinguir a Greg levantándose de su sillón y dirigiéndose hacia
el mueble del teléfono para responder. Mientras, los demás, asustados, se
agolpaban a mi alrededor, sin saber ni qué hacer ni qué decir.
El dolor empezó a remitir unos segundos
después. Pude notar como de nuevo el aire inundaba mis pulmones. Inspiré violentamente,
agradecida. Detrás de nosotros, escuché como alguien colgaba el auricular del
teléfono con fuerza.
-Dios mío, Bri…-suspiró John aún asustado
mientras me pasaba la mano por la cara.-¿Qué te ha pasado?
-No... no lo sé.-balbuceé.
-Yo sí lo sé.-nos interrumpió Greg con
contundencia apareciendo delante de nosotros.-Acaban de llamarme. Tu madre
acaba de ingresar en el hospital. El proceso ha empezado.
***************************************
-Así que no sabes lo que ocurrirá
en el 87…-susurró John.
Le lancé una mirada y sonreí de
manera tranquilizadora. El pobre parecía asustado. Tal vez hubiera tenido que
omitir aquel detalle de mi historia… No obstante, quería que lo supiera todo, absolutamente
todo, y en aquellos momentos lo sabía.
-No, no lo sé.-contesté al cabo
de unos segundos.-Jamás se ha dado un caso como el mío y… No tengo ni idea.
-¿Y si…?
-No creo.-le interrumpí yo
pasándole la mano por la cara en un gesto que trataba calmarle.-¿Sabes? Aún
falta mucho tiempo para que llegue ese momento y… Supongo que los vigilantes encontrarán una
solución a todo esto.
-Espero que sí.-suspiró John
sonriendo, aunque evidentemente estaba muy preocupado.-Confío en que sí.
-Yo también.-sonreí.-Por cierto,
John… Gracias.
-¿Gracias por qué?
-Por escucharme y por
creerme.-contesté.-Y por no salir corriendo cuando has sabido la verdad sobre
mí.
John sonrió de manera sincera
antes de inclinarse hacia mí y darme un beso en los labios.
-Jamás saldría corriendo de ti,
preciosa.-susurró.-Además… Ahora que lo sé todo me siento como más cercano a
ti. Ya no es sólo porque me hayas contado la verdad. ¿Sabes? Creo que los dos
hemos pasado por situaciones similares al haber perdido a gente que queremos:
tú porque no puedes volver a verlos; yo porque murieron.
-Es cierto…-mascullé
pensativa.-En cierto modo los dos nos hemos quedado solos en algún momento de
nuestras vidas.
-Pero ahora ya no estamos
solos.-sonrió John acercándome hacia él y abrazándome.-Nos tenemos a nosotros.
Sonreí complacida y le di un beso
en el pecho por toda respuesta, sintiéndome bien como pocas veces me había
sentido. Él seguía estando allí y el velo de mentiras que nos separaba ahora se
había esfumado por completo.
-Oye, Bri…-susurró él al cabo de
unos segundos rompiendo el plácido silencio que se había hecho entre los dos.
-¿Qué ocurre?-pregunté levantando
la cabeza y mirándolo a los ojos. El esbozó una sonrisa, divertida.
-Sé que ya te la sabes, pero… ¿te
apetece que te enseñe mi nueva canción?
Solté una risita con aquella
proposición. A decir verdad, aquello era lo último que me esperaba en aquellos
instantes.
-Por supuesto que me apetece,
Johnny. Y tranquilo, si quieres puedo fingir sorprenderme y simular que no la
he escuchado nunca.
-No es necesario, por mí como si
te quieres poner a cantarla conmigo.-rió John.-Ey, por cierto… Si sabes ya las
canciones, supongo que también sabrás qué me depara el futuro, ¿no? ¿Crees que
sería posible que me dieras un pequeño avance?
Tuve que hacer un enorme esfuerzo
por no borrar de repente la sonrisa de mi cara al recordar su oscuro destino.
No obstante, estaba segura de una cosa: yo iba a hacer todo lo posible por
evitarlo y, en parte, tenía la certeza de que ya lo había hecho.
-¿Tu futuro? Te aseguro que tu
futuro va a ser fabuloso, Johnny. Te lo prometo.-sonreí convencida antes de darle
un suave beso en los labios.-Y ahora… ¿me enseñas esa canción o qué?
-Por supuesto que
sí.-contestó.-Voy a la habitación a por la guitarra. Por cierto, si se me
olvida la letra, ¿me la recordarás?
Solté una pequeña risita con la
broma antes de que él se dirigiera a la habitación. Lo miré. Aunque los dos
tuviéramos unos destinos inciertos, algo me decía en mi interior que no había
por qué preocuparse de nada.
Hola chicas (y chicos, si es que hay alguno)!
En primer lugar, disculpad mi retraso a la hora de publicar el nuevo capítulo. Estuve de viaje por Londres una semana y, obviamente, no pude actualizar. Pero como veis, el vuelo llegó a su destino bien (y en la época correcta, jajajaja) y ya estoy aquí de nuevo con el capi 13, el de las revelaciones. Como siempre, espero que hayáis disfrutado con él y muchísimas gracias por leer y por perder el tiempo comentando.
Saludos y hasta el capítulo 14! Muaaaaa!